14/08/2025
El earthing o grounding es una práctica simple: quitarse los zapatos y sentir el contacto directo con el suelo. Sus defensores aseguran que esta conexión con la energía de la Tierra puede combatir estrés, dolor y fatiga. Los estudios científicos son pequeños y preliminares, pero la tendencia crece como una forma de volver a lo natural en un mundo cada vez más digital.
En un momento en el que las pantallas y el ritmo acelerado dominan nuestra vida diaria, surge una propuesta que parece sacada de lo más básico: caminar descalzo sobre césped, tierra o arena. Este hábito, conocido como earthing o grounding, consiste en conectar físicamente con la superficie terrestre para aprovechar, según sus defensores, las propiedades eléctricas naturales del planeta.
La teoría detrás del earthing
La hipótesis se apoya en la idea de que la Tierra posee una carga eléctrica negativa. Al entrar en contacto directo con la piel, se produciría un intercambio de electrones que podría neutralizar radicales libres, responsables de inflamación y estrés oxidativo. Además del contacto directo, existen productos como mantas, sábanas o colchonetas diseñadas para simular esa conexión, pensados para quienes no pueden acceder fácilmente a espacios naturales.
La evidencia científica sobre el earthing todavía es limitada. Entre los estudios más citados:
Ensayo con masajistas: 16 profesionales trabajaron y durmieron conectados a tierra durante cuatro semanas, observando una tendencia a la reducción del estrés y mejoras en frecuencia cardíaca y respiratoria.
Investigación de 2019: tras una semana de terapia de earthing, los participantes reportaron menos dolor, estrés, depresión y fatiga.
Estudios recientes:
En 21 personas con diabetes, una hora diaria de grounding durante un mes aceleró la cicatrización de heridas.
En bebés prematuros de Indonesia, una hora diaria de contacto con la tierra durante 30 días redujo la duración de infecciones respiratorias.
Pese a estos hallazgos, los investigadores advierten que las muestras son pequeñas, que muchos resultados se basan en percepciones subjetivas y que no se puede descartar un efecto placebo.
Quienes deseen probar el earthing pueden hacerlo de forma simple:
Caminar descalzo sobre césped, tierra o arena, dejando que la piel toque directamente el suelo.
Acostarse en el suelo en un parque o en la playa para aumentar la superficie de contacto.
Sumergirse en agua natural como ríos, lagos o el mar.
Usar productos específicos (mantas, parches o sábanas de grounding) cuando el acceso a espacios abiertos sea limitado.
Las actividades al aire libre suelen ser seguras, pero los dispositivos de grounding pueden implicar riesgo de descarga eléctrica si no se usan correctamente. Las personas con marcapasos, implantes o enfermedades crónicas deberían consultar a un médico antes de utilizarlos. Es importante recordar que el earthing no reemplaza tratamientos médicos y que su efecto puede ser complementario, pero no sustitutivo, para afecciones como dolor crónico, ansiedad o fatiga persistente.
Aunque la ciencia aún deba confirmar sus beneficios, el earthing es también una excusa perfecta para reconectar con lo natural. Quitar los zapatos, sentir la hierba y dejar que el aire fresco nos envuelva es, en sí mismo, una forma de reducir el estrés y recuperar el foco. En tiempos hiperconectados, puede que el verdadero poder del earthing esté en recordarnos la importancia de detenernos y escuchar a nuestro propio cuerpo.
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.