18/06/2025
A medida que la población envejece y escasea el personal humano, los sistemas de inteligencia artificial ya están entrando en geriátricos y hogares. ¿Estamos listos para que la vejez sea asistida por máquinas?
Japón lo anticipó hace décadas. Europa lo teme. Estados Unidos lo debate. América Latina lo mira con curiosidad (y algo de vértigo). Lo cierto es que la IA está comenzando a transformar la forma en la que se cuida a los adultos mayores, y este proceso ya no es ciencia ficción.
¿Robots cuidadores? ¿Sensores inteligentes? ¿Apps que avisan si tu abuela se cayó? Todo eso ya existe, y en algunos países se está implementando a gran escala.
El mundo envejece. En 2050, se espera que el 22% de la población global tenga más de 60 años. Pero el número de cuidadores humanos no crece al mismo ritmo. ¿La solución? Asistentes digitales, cámaras, sensores, robots de compañía y software con IA que puede detectar riesgos antes de que ocurran.
Algunos ejemplos que ya existen:
Asistentes virtuales personalizados que conversan, recuerdan medicación y detectan cambios de humor.
Cámaras con IA que analizan los movimientos para anticipar caídas.
Robots sociales que ayudan con tareas básicas, controlan la presión arterial y dan compañía.
Para algunos, esta tecnología es una bendición: permite que los adultos mayores vivan más tiempo de manera independiente y segura. Para otros, representa una deshumanización del cuidado y una excusa para no contratar personal capacitado.
El dilema no es menor: ¿qué pasa cuando los vínculos afectivos son reemplazados por una voz robótica amable pero programada? ¿Y si los datos recolectados por esos dispositivos terminan en manos de empresas con otros intereses?
Japón, con una de las poblaciones más envejecidas del planeta, ya implementa robots cuidadores en geriátricos. Son capaces de asistir físicamente a los ancianos, levantar objetos, detectar caídas y hasta sostener pequeñas conversaciones.
Y si bien al principio hubo rechazo, la aceptación creció cuando se demostró que estos sistemas no reemplazan por completo al humano, sino que lo complementan.
Aunque aún falta mucho, en Latinoamérica ya hay proyectos piloto. Algunas clínicas privadas en Buenos Aires están comenzando a probar sensores y apps que alertan a los familiares sobre cambios en el estado de salud. El futuro se acerca... aunque más lento y con menor inversión que en los países centrales.
Pero una cosa es segura: la inteligencia artificial será clave para enfrentar la crisis del cuidado de adultos mayores, ya sea en hospitales, geriátricos o en casa.
El desafío no es solo tecnológico. También es psicológico y social. Aceptar que nos cuide una máquina requiere un cambio cultural profundo. Pero si esos sistemas permiten una vida más segura, autónoma y digna... ¿vale la pena?
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