10/09/2025
Dormir bien, aprender cosas nuevas y hasta reírse más: la ciencia demuestra que nuestro cerebro no es un órgano estático, sino que puede fortalecerse y rejuvenecerse como un músculo.
Durante décadas se pensó que el cerebro tenía un límite: que después de cierta edad ya no era capaz de generar nuevas conexiones y que la pérdida de memoria era inevitable. Sin embargo, los avances en neurociencia derribaron esa creencia. Hoy sabemos que el cerebro es un órgano plástico, que puede reinventarse constantemente gracias a un fenómeno llamado neuroplasticidad.
La neuroplasticidad significa que nuestras neuronas no solo pueden crear nuevas conexiones, sino que también tienen la capacidad de reorganizarse para compensar daños o para adaptarse a nuevos desafíos. Y lo mejor de todo: esto ocurre durante toda la vida, incluso en la vejez.
La buena noticia es que no hace falta ser científico para entrenar tu mente. Con pequeños cambios cotidianos podés mejorar la memoria, la atención, la creatividad y hasta la velocidad de pensamiento.
Dormir bien
Durante el sueño profundo, el cerebro realiza una especie de "limpieza" que elimina toxinas y organiza los recuerdos. Dormir menos de 6 horas por día afecta la memoria y aumenta el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
Aprender cosas nuevas
Estudiar un idioma, tocar un instrumento, leer géneros distintos o resolver crucigramas estimula nuevas rutas neuronales. Cada reto cognitivo es como un gimnasio para la mente.
Ejercicio físico
Caminar, correr o practicar yoga no solo fortalecen el cuerpo: también mejoran la oxigenación cerebral y liberan endorfinas, que reducen el estrés y favorecen el aprendizaje.
Alimentación saludable
Los ácidos grasos Omega-3 (presentes en pescados y nueces), las frutas rojas, el té verde y el chocolate amargo son aliados de la memoria y de la concentración.
Reírse más
La risa libera dopamina y serotonina, neurotransmisores que no solo nos hacen sentir bien, sino que también potencian la memoria y la creatividad.
Un estudio de la Universidad de Stanford demostró que adultos mayores que practicaron actividades creativas como bailar, pintar o escribir durante seis meses tuvieron una mejora del 30% en sus funciones cognitivas.
Otro trabajo del University College London reveló que escuchar música activa más áreas del cerebro que cualquier otra actividad, aumentando la motivación y la capacidad de concentración.
Incluso algo tan simple como cambiar la rutina diaria -probar un nuevo camino al trabajo o cocinar una receta distinta- puede obligar al cerebro a trabajar de maneras novedosas, fortaleciendo sus conexiones.
No se trata de vivir obsesionados con "hacer gimnasia mental", sino de entender que el cerebro necesita variedad, desafíos y descanso. Leer un libro diferente, tener una charla profunda con un amigo, salir a caminar al aire libre o practicar técnicas de meditación son gestos que impactan directamente en la salud cerebral.
En tiempos de estrés constante, exceso de pantallas y multitareas, darle espacio al cerebro para jugar, descansar y aprender es quizás el mejor acto de autocuidado que podemos hacer.
El cerebro no envejece de manera inevitable: se moldea con lo que hacemos cada día. Y lo maravilloso es que, al entrenarlo, no solo ganamos memoria o concentración, sino también creatividad, bienestar emocional y una mejor calidad de vida.
Porque cuidar el cerebro no es solo prevenir enfermedades, es también la manera más efectiva de asegurarnos una vida más plena, curiosa y divertida.
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