20/10/2025
El "Modo IA" resume la web y te muestra una respuesta generada por inteligencia artificial arriba de todo. Ahorra tiempo, sí, pero también desplaza clics y amenaza el modelo de tráfico y publicidad de medios y creadores.
Durante 25 años, buscar en Google significó lo mismo: escribir, scrollear, abrir pestañas, comparar y decidir. Ese ritual está cambiando. Con el nuevo "Modo IA", el buscador deja de ser un índice para convertirse en un redactor que te entrega una respuesta ya cocinada. Comodísimo para el usuario. Potencialmente devastador para quienes crean contenido.
Hasta ahora, cada búsqueda en Google era como entrar a una gran feria de información. Había de todo: medios, blogs, foros, videos, recetas, tutoriales. Uno elegía qué leer, qué ignorar y a quién creerle. El "Modo IA" cambia completamente esa dinámica.
Cuando activás esta nueva función, el buscador ya no te muestra una lista de resultados tradicionales. En su lugar, aparece una respuesta generada por inteligencia artificial en la parte superior. Es un texto redactado al instante, que resume y combina información de distintas fuentes.
Si buscás, por ejemplo, "qué autos eléctricos se venden en Argentina", el sistema no te da enlaces a revistas de autos, sino un resumen que combina datos, precios y comparaciones. Todo servido, todo rápido. Casi como tener un periodista, un experto y un amigo nerd contestándote al mismo tiempo.
A simple vista, es una mejora. No hay que perder tiempo leyendo artículos interminables ni filtrando resultados poco confiables. El problema es que detrás de esa comodidad hay una revolución silenciosa.
Hasta ahora, Google funcionaba como un puente: conectaba a los usuarios con los sitios que producían la información. Ahora ese puente está desapareciendo. Si la IA te da la respuesta completa, ya no necesitás cruzar.
¿Y qué pasa con los medios, blogs y creadores que viven de las visitas y la publicidad? Si nadie entra a sus sitios, sus ingresos se desploman. En pocas palabras, Google se queda con el tráfico... y con el crédito.
Varios analistas ya lo advirtieron: el "Modo IA" podría marcar el inicio de una web sin clics, un ecosistema donde el usuario se queda en Google y la información circula dentro de una burbuja controlada por algoritmos.
El buscador pasa de ser un organizador de contenido a ser un intérprete del mundo. Decide qué información es relevante, qué fuentes usar y cómo contarla. En otras palabras, la IA se convierte en el nuevo editor de Internet.
Esto abre un debate ético enorme: ¿puede una máquina definir qué merece ser leído? ¿Quién garantiza que esa información sea exacta, imparcial o actualizada?
Desde Mountain View, la empresa defiende su decisión. Asegura que la inteligencia artificial no "roba" contenido, sino que genera respuestas basadas en información pública. También promete incluir enlaces hacia las fuentes originales.
Pero los críticos no están convencidos. Algunos comparan esta situación con cuando los músicos se quejaban de Spotify: la plataforma les daba visibilidad, sí, pero a costa de ingresos. Algo similar podría ocurrir con los creadores digitales: Google mostraría el conocimiento de todos, pero la ganancia sería solo suya.
Para Google, la prioridad es que la gente encuentre lo que busca más rápido. Y, desde esa lógica, tiene sentido. En un mundo saturado de información y noticias falsas, el usuario valora que la IA sintetice lo importante.
El problema es que esa síntesis también borra matices. Las opiniones, los estilos, las voces distintas que hacen que Internet sea diversa pueden diluirse en una sola respuesta impersonal.
El riesgo es claro: podríamos pasar de tener una web llena de perspectivas a una Internet monótona y sin alma, donde todo suene igual.
El "Modo IA" es solo el principio. Forma parte de un proyecto mayor llamado Search Generative Experience (SGE), que busca convertir cada búsqueda en una conversación con la inteligencia artificial.
La idea es que el usuario no solo lea respuestas, sino que pueda preguntar, repreguntar y profundizar, como si hablara con un asistente personal.
Imaginá buscar "viaje a Mendoza" y que el sistema te recomiende bodegas, hoteles, restaurantes y hasta te arme un itinerario completo. Tentador, ¿no?
Pero también inquietante: ¿qué pasará con las webs que ofrecían esa información? ¿Y con las pequeñas marcas o medios que dependían de ser encontrados en los resultados de búsqueda?
Internet nació descentralizada, libre, caótica y democrática. Cada usuario podía elegir a quién leer. Con el "Modo IA", esa red abierta se empieza a parecer más a un gran jardín amurallado, donde la información ya no circula por caminos libres, sino por los senderos que la IA decide mostrarte.
Quizás dentro de unos años, las nuevas generaciones ni siquiera sepan lo que era "buscar en Google" como lo hicimos nosotros. No van a recordar abrir veinte pestañas, leer foros, comparar precios o seguir un hilo en Reddit. Simplemente van a preguntar y recibir la respuesta.
Eficiencia total, pero también pérdida de exploración, curiosidad y descubrimiento.
Porque parte del encanto de Internet siempre fue perderse un rato para encontrar algo inesperado.
Google asegura que este es el futuro inevitable de las búsquedas. Y tal vez tenga razón: el usuario promedio busca rapidez, no reflexión. Pero el costo puede ser alto. Si los medios dejan de producir contenido porque ya no hay visitas, ¿de dónde sacará la IA sus respuestas?
La paradoja es brutal: la IA se alimenta de información humana. Sin humanos creando contenido, la máquina se queda sin comida.
Así que quizás no estemos viendo el fin de la web... sino una nueva era donde los humanos y las máquinas tendrán que aprender a convivir en el mismo ecosistema digital, buscando un equilibrio entre eficiencia y creatividad.
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