20/10/2025
Dos fines de semana consecutivos con ventas forzadas por miles de millones de dólares sacudieron al mercado cripto. Los analistas advierten que el patrón de los "viernes negros" vuelve y que los inversores más apalancados están pagando el precio de la volatilidad extrema.
El ecosistema cripto volvió a temblar. Después de un septiembre de euforia y precios en alza, dos viernes consecutivos de liquidaciones masivas frenaron la racha positiva y dejaron a los inversores con una mezcla de susto y desconfianza. Bitcoin, Ethereum y el resto de las principales monedas sufrieron caídas que volvieron a recordar que el mundo de las criptomonedas puede cambiar en cuestión de horas.
El viernes pasado, el mercado amaneció en rojo. Bitcoin cayó más de un 6% en pocas horas y arrastró consigo a todo el ecosistema: Ethereum, Solana, Avalanche y las demás siguieron el mismo camino.
No fue un hecho aislado. El mismo escenario -con diferentes porcentajes, pero igual pánico- se había repetido exactamente una semana antes. En total, según datos de Coinglass, las liquidaciones en ambos días superaron los 3.000 millones de dólares.
En un entorno donde el apalancamiento y las operaciones con futuros son moneda corriente, cualquier movimiento brusco se amplifica. Cuando los precios caen demasiado rápido, los sistemas liquidan automáticamente las posiciones para evitar pérdidas mayores. Eso genera una reacción en cadena: caen los precios, se activan más liquidaciones y el ciclo se retroalimenta.
En la jerga de los traders, ya se habla del regreso de los "viernes negros": días en los que el mercado entra en modo pánico justo antes del fin de semana, cuando la liquidez es más baja y las órdenes de venta pesan más.
Los gráficos muestran un patrón claro. En los últimos dos viernes, las caídas se concentraron en las mismas horas, con volúmenes gigantes y un efecto dominó que terminó borrando semanas de ganancias.
Algunos inversores bromean con que "los viernes ya no se celebra el cierre de la semana, se reza".
Como suele pasar, Bitcoin fue el primero en derrapar. Su precio cayó de los 116.000 dólares a la zona de los 108.000 en cuestión de horas. El movimiento arrastró al resto: Ethereum perdió más del 5%, Solana se desinfló un 8% y BNB volvió a niveles de septiembre.
Para los analistas, el detonante fue la combinación de varios factores:
Toma de ganancias tras semanas de subas.
Ventas automáticas de posiciones apalancadas.
Y un contexto global donde las tasas altas y la incertidumbre macro vuelven a pesar sobre los activos de riesgo.
"Los operadores están demasiado expuestos. Cada corrección pequeña puede convertirse en una avalancha", explican desde Glassnode, una de las principales firmas de análisis on-chain.
Lo más llamativo no fue la caída en sí, sino la magnitud de las liquidaciones. En dos días, se desarmaron posiciones por más de 6.000 millones de dólares en total.
Para ponerlo en contexto: es casi el doble de lo que se liquidó en toda la primera semana de octubre.
Estos movimientos no solo afectan los precios de corto plazo. También erosionan la confianza del pequeño inversor, que ve cómo su capital se evapora sin entender del todo qué pasó.
El mercado cripto nunca duerme, y tampoco perdona. Las liquidaciones masivas son el recordatorio de que, en este universo, la codicia suele durar menos que un tweet.
Los que entran tarde al rally o se apalancan más de la cuenta son los primeros en caer cuando la volatilidad se despierta.
En este sentido, los expertos repiten una máxima que nunca pasa de moda: "El que opera con apalancamiento alto, no invierte: apuesta".
A pesar del golpe, la mayoría de los analistas no habla de un cambio de tendencia.
El precio del Bitcoin sigue muy por encima de los 100.000 dólares, un nivel impensado hace apenas un año. Pero las señales de sobrecalentamiento son claras: las subas rápidas suelen venir seguidas de correcciones igual de violentas.
Lo que muchos esperan ahora es una fase de consolidación, con precios estables antes de un nuevo impulso.
Otros, en cambio, temen que si el mercado no logra recuperar rápidamente, los grandes fondos institucionales podrían reducir exposición, lo que generaría más presión a la baja.
Por ahora, todos miran al próximo viernes. ¿Habrá un tercer golpe o se romperá el patrón?
El mercado cripto tiene memoria corta, pero cada sacudón deja huellas. La confianza no se reconstruye de la noche a la mañana.
El desafío es claro: si las liquidaciones se repiten, podría instalarse un clima de miedo permanente que afecte incluso a los proyectos más sólidos.
Y, en un ecosistema donde la psicología vale tanto como los números, el miedo puede ser tan destructivo como cualquier crisis económica.
El doble golpe de octubre dejó una enseñanza que el mundo cripto parece tener que reaprender cada tanto: la volatilidad no perdona a los distraídos.
Las criptomonedas pueden subir como cohetes, pero también estrellarse igual de rápido. Y aunque el mercado siempre termina rebotando, no todos los que caen logran levantarse a tiempo.
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