08/07/2025

Negocios

¿China quiere controlar tu cerebro?

En la nueva carrera tecnológica por conectar la mente humana con las máquinas, China ha tomado un camino menos futurista que EE.UU., pero quizás más eficaz: construir implantes cerebrales funcionales, accesibles y con un enfoque práctico. Con inversiones millonarias y ensayos en humanos en marcha, el gigante asiático quiere liderar el futuro... desde adentro de tu cabeza.

¿China quiere controlar tu cerebro?

Mientras Elon Musk y su empresa Neuralink prometen un futuro donde los humanos se comuniquen por telepatía y curen enfermedades neurológicas con chips cerebrales, China avanza con una estrategia menos espectacular pero potencialmente más efectiva: implantes cerebrales más simples, más baratos y funcionales, diseñados para aplicarse a gran escala. ¿El objetivo? Superar a Estados Unidos en la tecnología que, literalmente, podría conectar el cerebro con las computadoras.

En los últimos años, el gobierno chino ha redoblado sus esfuerzos en el campo de las interfaces cerebro-computadora (BCI), considerándolas una tecnología estratégica para el futuro. A diferencia del enfoque estadounidense, que privilegia el desarrollo de sistemas extremadamente sofisticados -como los implantes inalámbricos de alta resolución de Neuralink-, los científicos chinos están optando por soluciones técnicas más modestas pero mucho más viables a corto plazo.

Una de las iniciativas más avanzadas proviene de la Universidad de Tianjin, que ha logrado desarrollar un sistema BCI lo suficientemente funcional como para que una persona con parálisis pueda manejar una silla de ruedas con el pensamiento. El dispositivo, aunque más rudimentario que el de Neuralink, tiene una ventaja clave: ya se está utilizando en humanos y podría producirse a gran escala.

Menos show, más resultados

Mientras en EE.UU. los avances neurotecnológicos muchas veces quedan atrapados entre regulaciones estrictas, demoras técnicas y exageraciones mediáticas, China parece estar operando con mayor libertad y pragmatismo. Según Wired, ya se están realizando pruebas clínicas en hospitales chinos, y los investigadores están trabajando en colaboración con militares, universidades e incluso empresas privadas para acelerar el desarrollo.

Y aunque muchos de estos sistemas aún requieren cables y aparatos externos, la meta está clara: convertir a China en líder mundial en neurotecnología. "El plan no es solo alcanzar a Occidente, sino superarlo y establecer el estándar global", dijo uno de los científicos chinos entrevistados por Wired.


Una carrera geopolítica con el cerebro como campo de batalla

Detrás del desarrollo de estas tecnologías no solo hay ciencia, sino también una fuerte motivación geopolítica. Así como en su momento la carrera espacial representó la supremacía tecnológica entre potencias, hoy el control sobre las tecnologías BCI puede significar liderazgo en salud, inteligencia artificial y defensa.

De hecho, los vínculos entre estas investigaciones y el ejército chino no son casuales. Una interfaz cerebro-computadora puede servir no solo para tratar enfermedades neurológicas, sino también para mejorar las capacidades cognitivas de soldados, controlar drones con el pensamiento o incluso recolectar datos cerebrales masivos que sirvan para alimentar sistemas de inteligencia artificial.

¿Y los riesgos?

Por supuesto, el avance tan rápido también genera preocupación. ¿Qué nivel de control tiene el usuario sobre su propio cerebro cuando hay un chip de por medio? ¿Qué pasaría si un gobierno autoritario como el chino decide usar esta tecnología con fines de vigilancia o manipulación? Son preguntas incómodas que todavía no tienen respuesta.

Además, la falta de regulaciones estrictas en China también significa que las pruebas pueden avanzar más rápido... pero no necesariamente con más seguridad. A diferencia de Estados Unidos, donde los implantes de Neuralink pasaron por años de evaluación antes de obtener autorización para ensayos en humanos, en China los estándares pueden ser más laxos.


El futuro ya llegó (y es barato)

A pesar de las dudas, lo cierto es que China ya está aplicando esta tecnología en el mundo real. En centros de rehabilitación, hospitales y universidades, pacientes con parálisis o dificultades motoras están empezando a beneficiarse de sistemas que les permiten mover objetos, navegar por computadoras o incluso escribir con la mente.

Y aunque no se trate de telepatía ni de ciencia ficción, sí estamos ante una revolución silenciosa. Una que, si no prestamos atención, puede sorprendernos cuando ya sea demasiado tarde.

China no está apostando a conquistar el futuro con promesas grandilocuentes, sino con tecnología funcional, económica y lista para ser desplegada. Mientras el mundo mira a Elon Musk y sus implantes futuristas, el gigante asiático ya está probando sus propios chips en humanos. La pregunta ya no es si se podrá conectar el cerebro a una computadora, sino quién controlará esa conexión. Y ahí, China quiere estar primero.

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